Al pensar en este legendario pelotero la mente se nos llena con imágenes de sus cuadrangulares, pero hay otra marca que difícilmente alguien podrá igualar.
CDMX (Carlos Morales / 643 Network).- Dentro del famoso “librito” que se utiliza en la estrategia del béisbol, el cual hasta nuestros días nadie ha visto, existe un punto en el que dice “no embases la carrera del empate o de la diferencia”. En todos los cambios que hemos experimentado en la forma de manejar un juego de pelota, hay algo que todavía se mantiene, aunque con diferente ejecución: la base por bolas intencional. Antes, el catcher se ponía de pie, estiraba uno de sus brazos, y le pedía al pitcher el envío abierto, ahora, solo basta con hacer una señal para que el bateador se despoje de su herramienta de trabajo, el madero, y accesorios que lo acompañan, para que inicie su camino hacia la inicial. Los managers echan mano del pasaporte intencional como parte fundamental de la estrategia para intentar la construcción de un doble play, para obligar a que el lanzador contrario venga a consumir un turno, o para evitar que el toletero más peligroso del equipo contrario tenga la oportunidad de hacer daño, aunque eso signifique que produzca carrera Nos remontamos al 28 de mayo de 1998, lugar: San Francisco; La pizarra informaba que Arizona vencía 8-6 a los Gigantes, quienes amenazaban con casa llena, pero solo tenían un out de vida. El turno le correspondía a Barry Bonds, y ahí sucedió lo impensable: Buck Showalter le dio la orden a Gregg Olsen de pasar al cañonero local; el pitcher obedeció y lanzó las 4 malas consecutivas a Bonds, ante la mirada atónita de este, de sus compañeros, rivales, comentaristas, aficionados que veían el juego por televisión, y los miles que esa noche se dieron cita en el 3Com Park de la bahía, quienes ante la extrañeza de lo que veían sus ojos, silbaron la decisión; la pizarra se movía 8 por 7, pero el riesgo para el equipo visitante disminuía, de acuerdo a la forma de pensar de su dirigente. ¿Qué pasó después?.
El béisbol le dio la razón al manager de los Diamantes, ya que Brent Mayne falló con línea al RF para el out 27; la estrategia había rendido frutos, Arizona ganó el encuentro.
Si eso parece muy bizarro, hay algo que lo es aún más. En su carrera, Barry Bonds recibió 5 bases por bolas para iniciar una entrada, sí, los equipos contrarios preferían tenerlo en los senderos, que con la oportunidad latente de disparar un bombazo hacia las gradas. La primera vez se registró en 1996, para ser exactos el 6 de agosto. San Francisco ganaba el juego 2 carreras por 1, pero en la parte alta del 9º rollo, Cincinnati le dio la vuelta a la pizarra con HR de dos carreras de Jeff Branson. Para el cierre de la entrada, los Gigantes tenían pactados a 3º, 4º y 5º, con Barry Bonds como primero de la tanda; el jardinero izquierdo se había volado la barda en la mismísima primera entrada, por lo que el manager de los Rojos, Ray Knight, no quiso correr el riesgo y le ordenó a Jeff Brantley pasar intencionalmente a Bonds, sin importarle que este hubiera llegado a ese juego con 21 bases robadas (terminó la campaña con 40 estafas). Unos minutos más tarde, los visitantes aseguraron el triunfo con ponche a Jay Canizaro…sí, de nueva cuenta el quitarle el bat a Bonds había dado resultados. Las otras veces que el líder histórico de cuadrangulares fue embasado intencionalmente al iniciar entrada fueron: tres en 2004 y la última en 2007.
Para dimensionar lo de Barry Bonds se debe decir que el resto de los miles de peloteros que han visto acción en la historia de las Grandes Ligas suman tan solo 3 ocasiones en haber recibido de forma gratuita la inicial al abrir un episodio, pero esto se limita a tan solo dos peloteros: Ryan Howard en 2006 y Frank Howard en 1970. Lo de Frank también parece una marca difícil, por no decir imposible de igualar, ya que las dos ocasiones fueron ¡EN EL MISMO JUEGO!, sí, así como se lee, aunque sea difícil de asimilar. El 2 de septiembre de 1970 ante los Indios de Cleveland, el inicialista de los Senadores de Washington recibió en total 3 bases por bolas intencionales, todas cortesía del lanzador abridor Sam McDowell.
La primera la recibió en el primer rollo, con hombre en la intermedia y un out en la pizarra; las otras dos iniciando tanda, en la 3ª y 5ª entrada; en las tres ocasiones la estrategia le funcionó al equipo visitante, ya que los de Washington se fueron con las manos vacías. Al final el triunfo fue para los locales 4 carreras a 1, con Frank Howard conectando un imparable en dos turnos legales y una carrera anotada.
¿Miedo o respeto? Eso podría discutirse en un debate sin sentido, lo único seguro es que el béisbol es diferente en cada cabeza de quienes lo gozamos, lo cual abre un abanico estratégico de millones de posibilidades en cada jugada.
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