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La lucha de Aaron contra el racismo

Peloteros de ayer y hoy hablan de la forma en que el rey del jonrón lidió con el racismo que enfrentó hace casi 50 años.


AP.- Los elogios a Hank Aaron tras su deceso llegaron de parte de ex presidentes de Estados Unidos, peloteros miembros del Salón de la Fama y múltiples personas que lo conocieron.


Y prácticamente todos coincidieron en un tema: La forma en que el rey del jonrón lidió con el racismo que enfrentó hace casi 50 años, cuando se acercaba al récord de cuadrangulares de Babe Ruth.


En 1986, Joe Carter conoció a Aaron, quien era había sido su ídolo en la niñez. El encuentro ocurrió cuando Carter fue el primer galardonado con el premio Hank Aaron, otorgado por liderar las mayores en carreras impulsadas.


Para entonces, el toletero elegido al Juego de Estrellas sabía todo sobre el legado de Aaron.


“Uno se quita el sombrero ante personas así, porque allanaron el camino para tipos como yo. Es algo que jamás daré por sentado. Ellos fueron pioneros. Jackie Robinson, Hank Aaron, Satchel Paige. Uno escucha de esos hombres, conoce su historia y los sigue. Son ellos a quienes seguía la comunidad negra”, destacó Carter el viernes.


“Son héroes y leyendas, y jugaron este deporte como debe jugarse... Todos amamos haber visto a Hank, a Hammerin’ Hank”, añadió Carter. “Definitivamente es un día triste”.


Aaron falleció mientras dormía. Tenía 86 años.


El expresidente Barack Obama recordó que Aaron dejó la escuela secundaria para unirse a las Ligas Negras, y jugó como campocorto a cambio de 200 dólares al mes, antes de ganarse un sitio en las Grandes Ligas.


“Humilde y trabajador, Hank fue subestimado con frecuencia hasta que comenzó a perseguir el récord de jonrones de Babe Ruth. En ese momento comenzó a recibir amenazas de muerte y cartas racistas, que releería décadas después para recordarse a sí mismo que no debía dejarse sorprender o lastimar. Esas cartas cambiaron a Hank pero no lo frenaron”, dijo Obama.


Aaron quebró el récord de Ruth en 1974, al llegar a 715 jonrones. Lo consiguió como local con los Bravos de Atlanta, en el estado de Georgia, donde había nacido Jimmy Carter, quien asumiría la presidencia tres años después.


“Se dedicó a romper récords y barreras raciales. Su legado notable continuará inspirando a incontables deportistas y admiradores en las generaciones por venir”, dijo Carter.


El expresidente George W. Bush fue socio administrativo de los Rangers de Texas antes de llegar a gobernador de ese estado. Pasó ocho años en la Casa Blanca, y otorgó a Aaron la Medalla Presidencial de la Libertad, el mayor honor civil de la nación, en 2002.


“Nadie le regaló su trono al otrora rey del jonrón”, dijo Bush. “Creció en la pobreza y enfrentó el racismo mientras trabajaba para convertirse en uno de los mejores beisbolistas de todos los tiempos. Hank nunca permitió que lo consumiera el odio que enfrentó”.


Chipper Jones, miembro del Salón de la Fama que pasó toda su carrera en los Bravos, recordó el tiempo que pasó cerca de la jaula de bateo con Aaron, quien siguió activo en la organización mucho tiempo después de su retiro.


“No sólo estamos hablando de un jugador trascendental, sino de una persona que trascendió en la historia de Estados Unidos, resaltó Jones. Jackie Robinson preparó el escenario en cierto modo, pero Hank lo llevó todo a otro nivel”.



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